sábado, 28 de agosto de 2010

Marta

Marta está desnuda, completamente desnuda, no lleva ni siquiera su anillo de casada, es la primera vez que se lo quita desde hace un año, se coloca delante del espejo de su habitación y mira su delgado cuerpo, a pesar de que se le notan algo las costillas sus pechos continúan erguidos desafiando a la gravedad y sus caderas aunque algo anchas terminan en una cintura estrecha, el resultado general hace que aún se vea atractiva, se fija en el triángulo de vello, completamente negro y cada día más espeso, debería haberlo depilado- piensa. Después mira su larga melena, que casi le llega al pecho, se acaricia el cabello, con ternura, y se mira fijamente a los ojos, a sus ojos, enormes, negros y tristes. Marta ve como a la chica del espejo comienzan a nacerle lágrimas, que poco a poco ruedan por sus mejillas, algunas gotas caen al suelo, otras sobre sus pies, llora desconsoladamente, pero sigue mirándose fijamente a los ojos, y vuelve a compadecerse, le da mucha pena la chica que la mira. Por fin se mueve, despacio, muy despacio, y piensa, que tengo que perder, ya no tengo nada que perder...

Al día siguiente, el cuerpo de Marta está inerte, frío y encogido, está tumbada en su cama en posición fetal, Marta ya no está en ese cuerpo, que ahora infunde ternura y lástima, junto a este cuerpo, en la mesilla de noche, una botella de ron medio llena, un bote de pastillas completamente vacío y una escueta nota:

"Amor mío, hoy estaremos juntos de nuevo"


Otro día, más-

1 comentario:

Anónimo dijo...

me ha emocionado....