martes, 12 de agosto de 2014

HUGH WILLIAMS

El 15 de diciembre de 1664 se hundió un barco en el Estrecho de Menai, costa norte de Gales. Murieron 82 personas, todos los que iban a bordo salvo un hombre llamado Hugh Williams. El 5 de diciembre de 1785 otro barco se hundió. Perecieron 60 pasajeros y hubo un único superviviente, llamado Hugh Williams. El 5 de Agosto de 1860, el hundimiento de un tercer barco provocó la muerte de 25 personas, y el único superviviente se llamaba cómo no, Hugh Williams. (De "EL LIBRO DE LOS HECHOS INSÓLITOS" de GREGORIO DOVAL).

Cerró el libro, se le acababan de poner los pelos de punta, en dos días iba a embarcar en un crucero que bordearía las islas británicas con escalas en Dover, Cardiff, Liverpool, la Isla de Man,  Dublín,  para luego bordear Escocia y hacer una visita a Skara Brae y terminar en Edimburgo, avión hasta Londres y regreso a España.  Caprichos de su mujer, para relanzar el matrimonio y practicar inglés.

Puto libro, lo había acojonado, él que nunca se creía las historias de fantasmas y, que como buen arquitecto tenía unos maravillosos cimientos, unos pilares que sustentaban su vida dentro del orden y la ciencia, los dioses y los espíritus no existían en su mundo, pero aún así se asustó, no creía que fuera a pasar nada, lo que le dio miedo fue la casualidad de leerse este libro lleno de casos curiosos, justo antes de embarcar. Guardó el libro y fue al Google Earth a localizar el Estrecho de Menai, para ver si pasaban por allí, se le puso la piel de gallina, el segundo día pasarían cerca muy cerca...

Se lo contó a su mujer y ésta, como haría cualquier esposa, aprovechó para reírse de él, el científico que no creía en nada ahora estaba asustado por un cuento de fantasmas.

Embarcaron, soportó las burlas de su querida esposa y el primer día se encerraron en el camarote relanzando su relación, no sabía si era el vaivén del barco, la posibilidad de que fuese verdad la historia y que estuviese cercana su muerte, o que su mujer al estar lejos de obligaciones y preocupaciones volvía a comportarse como el ser juguetón e insaciable que había sido al principio de su relación, pero lo cierto es que recuperaron todas las energías y toda la pasión que creían perdidas...

Decidieron cenar en el camarote, cuando trajeron la cena, su mujer entre burlona y divertida, en un inglés con acento asturiano, le preguntó al camarero si había algún Hugh Williams a bordo, su sonrisa se tornó pasmo, cuando éste le dijo que sí, que el nuevo segundo oficial se llamaba así, ella siguió preguntando y el camarero quizás por el escote del que no apartaba la vista, o por la promesa de una buena propina, les contó que todo había sido muy raro. Que el segundo oficial era un hombre serio y lleno de salud y justo dos días antes de partir se había puesto muy enfermo y entonces apareció el Sr. Williams, lo raro era que nadie en la tripulación lo conocía, y además este tenía un aspecto extraño, parecía de otra época, hasta hablaba en un inglés antiguo y era demasiado correcto en el trato como un personaje de Dickens.

No cenaron nada, ella fue la que lo dijo, "tenemos que matarlo, o moriremos todos", él asintió, el miedo se había apoderado de ellos.

Estaban discutiendo, sobre cómo lo harían y cómo lo encontrarían entre las más de dos mil quinientas personas que iban en el crucero entre tripulación y pasaje, cuando llamaron a la puerta.

Un viento helado recorrió la habitación cuando abrieron, y en el umbral estaba un hombre con el pelo moreno peinado hacia atrás rematado en una coleta, con una perilla de chivo y los ojos más penetrantes que habían visto jamás, vestido con una levita, una camisa y pantalones bombachos. Dijo, "Soy Hugh Williams, tenemos que hablar", se quedaron callados, esperando el momento de atacar. Hugh siguió hablando, "Disculpen que me presente así, se que saben quien soy y me urge explicarles las razones de mis actos futuros. Cuando descubran mis motivos, no solo no trataran de impedir que cumpla con mi cometido sino que me ayudaran. Ustedes ignoran quien es el resto del pasaje, no?"

- No, no lo sabemos, embarcamos los primeros y no hemos visto a nadie. Que hay, enfermos contagiosos, delincuentes?

- Algo mucho peor, la autentica encarnación del mal, si son tan amables de acompañarme lo comprenderán.

Lo siguieron, los llevó a la pista central en donde había una especie de baile, entonces lo entendieron todo.

Sobre el escenario estaban "cantando" a dúo Ramoncín y Paquirrín, esto por si solo ya habría bastado para hundir el barco, pero es que además en la pista se encontraban todos los diputados españoles, tanto los del congreso, como los autonómicos, en una conga larguísima estaban todos mezclados sin importar ideologías.

Hugh les explicó que todo corría a costa de los presupuestos generales del estado y era un encuentro entre diputados para acercar posiciones y aprender inglés. En realidad era una excusa para irse de crucero de forma gratuita.

Al ver este mezquino espectáculo se miraron a los ojos, sabían que tenían que morir y con su sacrificio hacer de España un país mejor...

 Nunca os montéis en un barco en el que vaya un tal Hugh Williams

Bicos. Otro día más.