domingo, 10 de marzo de 2013

LA BELLA DURMIENTE

La primera versión de "La Bella Durmiente", fue escrita en 1636 por Giambattista Basile, dentro de una colección de cuentos llamada "Pentamerone", su título original era "Sol, Luna y Talía", siendo Talía la protagonista, ésta  es la hija de un gran Rey, al principio todo es igual, se pincha con una astilla y cae dormida durante cien años. Esto es lo único que es igual al cuento que nos ha llegado.
La hermosa Talía, al cabo de cien años es encontrada por un noble, que arrebatado por su belleza, no solo la besa sino que la viola. Después de las relaciones sexuales el noble vuelve a su castillo con su mujer (sí, estaba casado). Al cabo de nueve meses Talía, que continua dormida,  tiene a dos gemelos, Sol y Luna, que son cuidados por las hadas del bosque. Un día Sol buscando donde mamar chupa el dedo de su madre sacando casualmente la astilla y consiguiendo que ésta despierte. El noble emocionado por su anterior experiencia regresa  y se encuentra a su nueva familia, ahora sí que mantiene una relación consentida y viven una preciosa historia de amor con su amante y sus hijos.
Pero al final vuelve con su mujer, la cual descubre el pastel al escuchar a su esposo contar en sueños su maravillosa experiencia. Entonces la mujer del noble decide darle una grata sorpresa, hace apresar a Talía y a los niños, y haciendo gala de un sentido del humor y de una decencia espectaculares, le ordena al cocinero que degolle a los gemelos y se los sirvan a su marido como plato principal. Mientras que a Talía también tiene pensado cocinarla pero a ésta de forma pública en una hoguera. Una vez termina la comida la mujer del noble le grita con gran sentido del drama "Te has comido lo que es tuyo". Pero la pobre mujer no contaba con que el cocinero era un calzonazos y no fue capaz de matar a los niños, sirviendo unos cochinillos en su lugar. Al final Talía se salva, los niños se salvan, al cocinero lo hacen tesorero ( como a Bárcenas) del reino, y el noble se divorcia de su mujer por la vía rápida, cargándose a ésta y  a sus cómplices. Se casa con Talía y ahora sí viven un amor a la mejicana siendo felices y comiendo perdices. Tú ya sabes mi amor.

Unos años más tarde Perrault edulcoró el cuento, haciendo la versión que más o menos conocemos, sin violación, sin niños surgidos del adulterio, sin noble cachondo y sin esposa celosa.

Nuestra sociedad es como Talía, una sociedad dormida mientras que nuestros queridos poderes públicos (el noble) la violan una y otra vez, abandonándola con el producto de su violación, para luego error tras error acabar por traicionarla en manos de unos mercados (su mujer) que exprimen cada uno de sus frutos hasta devorarlos entre ambos, solo que aquí no se prevé un final feliz, sino que más bien parece que juntos se darán un banquete sin fin en el que comerán hasta la última migaja y exprimirán hasta la última gota de nuestra sangre y ni así se saciarán.

Pero lo peor de todo será el gran grupo de imbéciles que dirán que nos están besando mientras nos están dando por el culo, diciéndonos que nos están despertando de un sueño en el que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, quemándonos poco a poco mientras se preparan para devorar a nuestros hijos.

Y colorín colorado este cuento por desgracia no ha terminado, solo está empezando.

Bicos, otro día más.