martes, 24 de diciembre de 2013

CRAZY FOR FEELING

Marcos llevaba meses caminando por La Tierra del Fuego, nadie sabía porque era llamada así, ya que desde que los ancianos de la zona tenían memoria en ésta nunca había parado de llover.
Marcos había comenzado a explorar cada centímetro de este lugar por el motivo que siempre mueve a los hombres a hacer algo fuera de lo normal, una mujer; aunque en este caso había un pequeño matiz, Marcos nunca había visto a la causante de sus desvelos, por lo menos nunca la había visto despierto, una noche había soñado con ella y desde ese día no había vuelto a dormir sin que la extraña lo visitase,  nunca dormía más de dos horas, ya que en sus sueños ella moría al cabo de ese tiempo.

Harto de sus desvelos y del repetitivo sueño que cada vez que cerraba los ojos le abordaba, un día decidió salir a buscarla, y como en su sueño ella aparecía saliendo del mar bajo la lluvia, decidió ir al único lugar que sabía con mar y lluvioso, La Tierra del Fuego.

Durante su viaje visitó cada una de las playas y calas del lugar, esperando que alguna fuese aquella en la que aparecía la mujer que le había robado el sentido. Apenas comía y solo buscaba y buscaba,  siempre esclavo de su sueño, en éste Marcos se encontraba desnudo sobre la arena de una playa medio muerto, cuando está a punto de perecer, una mujer sale del mar y va hacia él muy lentamente, solo está vestida con una camisa blanca que se ciñe a su cuerpo permitiendo adivinar sus formas ideales, pero lo único que puede ver Marcos son sus enormes ojos marrones cargados de tristeza, ella se agacha a su lado y lo besa, lo besa muy despacio, mientras Marcos se deja hacer, de repente ella le dice a gritos “LO SIENTO NO PUEDO”         lo empuja y sale corriendo hacía el mar, Marcos se levanta muy despacio, pero apenas puede moverse, y más despacio aún, tras un esfuerzo sobrehumano llega hasta la orilla del mar en donde ella flota inerte, Marcos espoleado por el dolor recupera sus fuerzas, la coge entre sus brazos, besa sus labios muertos y despierta. Cada noche igual.
Sabe que en realidad no es un sueño, que es verdad, que cada noche lo vive, que pasa, que cada noche se aman, que cada noche ella muere y que tiene que salvarla, porque noche a noche, día a día, sueño a sueño se ha enamorado, porque nadie lo había besado como ella lo besa cada noche.

Un día por fin, Marcos llega a la playa de sus sueños, mira por todas partes, se desespera,  sabe que es el lugar pero ella no está, se sienta en la arena llorando, decide buscarla dentro del mar, al fin se desnuda y  se mete en el agua, desde el mar mira hacia la arena y la ve, es ella, el sueño se ha dado la vuelta, él está dentro del mar y ella fuera, nada hasta la orilla y corre, corre hacia sus ojos tristes que poco a poco se van alegrando.

-          ¿Por qué has tardado tanto?, hace un año, que te espero…

Se besan, se aman, se adentran en el mar…

Solo una nota en el periódico local hablaba del joven desaparecido hacía un año, cuenta que apareció ahogado en la playa más pequeña del país, aunque no cuenta nada de la sonrisa de plena felicidad que se dibuja en su rostro para toda la eternidad...

Bueno, vamos calentando, otro día sin tanta dilación más. Bicos

domingo, 6 de octubre de 2013

RELAXING CUP

Fidias fue posiblemente el escultor más importante de la antigüedad, entre sus grandes obras había una colosal estatua de Zeus, según la leyenda que acompaña a todo genio, esa imagen del gran Zeus le permitió realizar la mejor de sus estatuas, se trataba de un hombre con la forma ideal, con los músculos marcados, con un poco de barba y un pene algo pequeño para los cánones actuales, aunque debía ser perfecto en la antigua Grecia. Era el hombre ideal y fue retratado con el mayor realismo posible, daba la sensación de que iba a hablar de un momento a otro.

 Debido a esa perfección el mismo Fidias destruyó su estatua, ya que sus compatriotas creían podía enfurecer a los Dioses. Temían que éstos se ofendiesen al haber hecho un mortal, aunque fuese el mejor de los mortales, una obra solo posible para los habitantes del Monte Olimpo.

De esta excepcional obra solo nos ha llegado su base, con la extraña inscripción que el mismo Fidias grabó. Esta inscripción nunca ha podido ser descifrada, no está en griego ni en ninguna lengua conocida, dice así "ODER ELENA E EPAZOENGO IOLOUNMES SEANGAR IOSUTA RIAN LATES".  

Lo que cuenta la leyenda es esta breve pero curiosa historia:

Fidias se encontraba postrado ante la estatua de Zeus, a pesar de haberla terminado hacía varios meses, todavía le sobrecogía. Le rezaba con el fin de ser escuchado por el dios. Cada noche acudía en secreto y se humillaba ante su su magnífica obra ya que el sabía que lo podía poner en contacto con el Señor del Olimpo. Lo que no sabía era cuando, los dioses eran caprichosos y no se preocupaban demasiado de los ruegos de los hombres.

Una fría noche de otoño, el hombre fue escuchado por el dios, una atronadora voz retumbó en la cabeza de Fidias.

- ¿Por qué vienes cada noche a turbar mi descanso? Tú obra es digna de mi, te lo agradezco, no necesitas adorarme cada día.

- Señor, se que no soy digno, pero quisiera pediros algo.

- Que puede desear un mortal que lo tiene todo, salud, poder, dinero, arte. Y en cierto modo hasta la inmortalidad.

- Mi petición os parecerá absurda, pero deseo, y espero no ofenderos, poder ver al hombre perfecto y después hacer una estatua perfecta de éste, solo para alcanzar el mayor nivel artístico posible, me debo a mi arte y quiero devolverle todo lo que me ha dado, dándole la más hermosa obra.

- El hombre perfecto aún no ha nacido, será difícil, pero te lo daré. Pero tendrás que grabar en la base de la estatua las palabras que escuches de su boca. La obra no perdurará pero sus palabras sí.

- No importa. ¡Oh Zeus! ¿Cómo lo veré si aún no ha nacido?

- Está noche te convertiré en un espectro y viajarás en el tiempo y el espacio. Lo verás durante un momento solamente pero será suficiente. Te advierto que será un lugar extraño, será dentro de 2500 años y el mundo no tendrá que ver con este. No te fijes nada más que en él o te volverás loco y procura recordar sus palabras.

- Supongo que será un griego y aquí en Grecia.

- No, será en un lugar llamado Cangas que ahora solo es una pequeña aldea de bárbaros. Basta de hablar y ¡SEA!

Fidias sintió un escalofrío y todo desapareció a su alrededor, apareció en un estancia extraña, y pudo contemplar al ser humano más perfecto de todos lo tiempos admirando su reflejo en un espejo. Estaba completamente desnudo y hacía diversas posturas. De repente gritó en un lenguaje ininteligible para Fidias.

- ¡JODER ELENA QUE CUERPAZO TENGO! Y EN SOLO UN MES. ¡SE VAN A CAGAR LOS HISOS DE PUTA QUE SE REÍAN DEL PILATES!

Tras escuchar estas extrañas palabras, Fidias apareció dormido ante la estatua de Zeus. Lo primero que hizo fue grabar estas palabras que el creía una gran oración, o al menos lo que recordaba, en la base de un bloque de mármol que tenía dispuesto. Después y en un tiempo record hizo a su hombre perfecto, que solo duro un mes. Aunque a Fidias no le importó ya que pudo ver al ideal humano durante un momento, imagen que le acompañaría durante el resto de su larga vida...

Hasta aquí la historia de como Fidias pudo hacer el retrato del hombre con el mejor cuerpo de la historia presente y futura de la humanidad y del enorme viaje que tuvo que hacer. Nosotros tenemos más suerte ya que esta es la época, este es el momento, solo tenemos que ir hasta Cangas (Pontevedra) seguro que estará haciendo pilates o canciones o metido en algún bar.

Bicos, otro día más (igual hasta me animo yo a hacer algún deporte, bueno, igual no).






domingo, 1 de septiembre de 2013

CINCUENTA SOMBRAS DE GRIS

Perdón por el retraso.
Para Belén, veinte años después.

Carmen Solchaga por fin  era una mujer feliz, vivía sola. Su matrimonio había durado varios años pero al final se había librado del cerdo de su marido.

El cabrón le pegaba desde el primer día de casados, durante el noviazgo era un cielo, un hombre maravilloso, pero fue ponerse el anillo y volverse un monstruo, parecía otra persona.

Claro, eran otros tiempos, finales de los 70, la habían educado en la idea de que "el marido tenía razón y si le pegaba era porque algo había hecho". Y él se aprovechó de como la educación y la sociedad habían anulado a Carmen como persona, convirtiéndola en una especie de esclava a su entera disposición, así que le pegó desde el primer día.

Seguía una pauta, se volvía un sádico durante una temporada y cuando se cansaba de ser un maldito indeseable volvía a ser el hombre encantador que era antes, volvía manso como un corderito y la reconquistaba, hasta que volvía a sentirse el amo y entonces Carmen sentía otra vez los golpes, otra vez el miedo.

El marido de Carmen dejó de cuidarse, engordó, ahora ni siquiera era atractivo y cuando se le echaba encima casi nunca podía consumar el acto, cuatro empujones y se desplomaba sudando como un cerdo sobre ella. Si no salía bien la tomaba con la pobre, le echaba la culpa y aplicaba las fuerzas que no había tenido durante la cópula para pegarle hasta que quedaba satisfecho, se ensañaba...

Un día Carmen superó el miedo y le plantó cara, el cabrón se inventó una excusa banal y le pegó otra vez, se sacó el cinto y empezó con a golpearla de forma rítmica, sobre la espalda un golpe a la izquierda otro a la  derecha, ella se acurrucó contra una esquina temblando, el siguió golpeando a pesar de sus súplicas, izquierda, derecha, izquierda, derecha, mientras le gritaba lo de siempre, le gritaba, le gritó, le echó la culpa de cualquier cosa. Entonces pasó, el terror se convirtió en rabia y Carmen se revolvió, se arrojó contra él, lo empujó, cogió un cuchillo y se lo puso en el cuello. Él se orino encima, empezó a temblar y cayó al suelo. Carmen lo miró a los ojos, el suplicó ayuda susurrando, se ahogaba, Carmen le tapo la nariz y la boca, sonrió mientras el sádico moría sin fuerzas ni para apartarle las manos...

Luego vino el médico, vino la policía, Carmen contó que lo encontró así y que no pudo hacer nada, luego la autopsia determinó que le había dado un infarto...

Carmen nunca más estuvo con un hombre, prefería fantasear....

Un día llegó a sus manos una trilogía que le pasó su hermana, como literatura no era Faulkner precisamente, pero se excitaba con las numerosas escenas de sexo que tenía el libro y se dejaba llevar imaginándose como la protagonista entre los brazos, las cuerdas y las fustas del tal Christian.

Le gustaba tumbarse en su cama con uno de los libros, abrir una página al azar y buscar la primera escena de sexo y recrearla en su mente con ella y algún galán al azar como amantes incansables.

Ahora iban a hacer una película, lo más comentado entre sus amigas y ella era el casting, su fantasía volaba, ansiaba saber quien iba a ser el protagonista para ponerle cara y cuerpo a sus fantásticas fantasías y vivir en su cabeza toda la historia desde el principio hasta el final con un mismo hombre.

Según se acercaba la fecha, la ansiedad se iba apoderando de Carmen y de sus amigas, se metían en todos los foros, necesitaban saberlo, estaban como locas. Por fin llegó el día, se reunieron siete amigas en casa de Carmen, conectaron la tele, los minutos pasaban, de repente salió la autora del engendr.. perdón de la trilogía;  la noticia fue sorprendente, para empezar el actor elegido para ser el "macho alfa" del mundo occidental fue un español, el orgullo patrio hizo que los vivas y los gritos de "seguro que es el Banderas", "tio bueno" y demás, no les dejaron escuchar el nombre del actor, de repente detrás de la autora, se encendió una pantalla gigante con el rostro del elegido.

Allí estaba con su sonrisa característica el gran Gabino Diego...

Al principio les chocó un poco, no era el tipo de hombre que esperaban. Pero poco a poco se fueron dando cuenta de que era la elección correcta. Por fin el Sr. Grey le caería bien a todo el mundo.

Ahora las noches de Carmen son menos excitantes pero mucho más divertidas....

Ahora en serio Gabino Diego sería ideal pero casi seguro que no lo eligen. Puto marketing.

Bicos otro día más.

martes, 23 de julio de 2013

TARANTINEANDO

Llevaba un mes trabajando de matón, así como suena, al principio estaba claro que estaba a prueba en la banda, mi pasado como policía local no ayudó al principio, pero las tres palizas en las que había participado y dos traslados de paquetes sospechosos sin ningún problema hizo que confiasen plenamente en mí.

Había llegado el momento de mi graduación en la organización, iba a conocer al jefe, al capo...

Hacía tan solo un par de meses, si alguien me hubiese dicho que iba a convertirme en una especie de mafioso local, lo habría detenido, pero claro un día te despistas, estás con la mujer del concejal de deportes y festejos en la cama, mejor dicho en su cama, y resulta que se suspende el pleno, éste vuelve a su casa y no le gusta ni el deporte ni la fiesta que teníamos su mujer y yo, y al final, uno que es de carácter vehemente, en vez de suplicar, de negar lo evidente, al tercer insulto lanza una patada contra los genitales del concejal. Así que de ahí a la expulsión, con indemnización eso sí, ya que el concejal se vio obligado a pactar, ya que el ridículo habría sido un poco perjudicial para su carrera.

Por lo que tras firmar un contrato de confidencialidad y recibir un talón por el sueldo de dos años, deje de ser Policía Local en una capital de provincia tras quince años de servicio inmaculado. Eso me enrabietó, despertó en mi una ira que nunca había sentido sobre todo por que ningún compañero me apoyó, no ya ante la comisión municipal que me expulsó, sino que ni siquiera en privado tuvieron los cojones de darme una palabra de ánimo, y encima la mujer del concejal siguió con su marido, la pasta y el poder es algo a lo que es difícil renunciar...

Mi primo Luis era la oveja negra de la familia, siempre había sido un chusmón, pero a pesar de nuestras antagónicas carreras nos llevábamos muy bien, y sabiendo de mi habilidad manejando armas de fuego y de mi conocimiento de éstas, me reclutó para la banda. Me dieron un móvil de prepago que cada quince días cambiaban y al que inexcusablemente siempre tenía que contestar. Me pagaban un sueldo fijo por no hacer nada, y un extra por cada trabajo.

El primer trabajo me costó, tuve que encañonar a un yonki que se había confundido y había robado en un local protegido por la banda, íbamos tres, yo solo tenía que encañonar al yonki mientras mis compañeros le amenazaban y le pegaban, al principio mi mano temblaba más que el yonki, al final tras varios golpes confesó y pagó, comprometiéndose a seguir pagando hasta triplicar lo que "nos" había robado. Me felicitaron , yo estaba cagado, pero como todo resultó bien me sentí feliz y aceptado.

Tras hacer los trabajos de prueba y comprobar mi valía, me dieron el encargo que cambió mi vida. Me llamaron para ir a ver al jefe. He de reconocer que a pesar de mi sangre fría estaba muy nervioso, me sudaban las manos. Llegue a la dirección que me habían dado, era un chalet dentro una urbanización, pero muy apartado, con una finca enorme, me hicieron pasar, tuve que dejar mi Glock en la entrada.

El Jefe estaba acompañado por cuatro hombres entre los que no estaba mi primo. Era un hombre enorme, rapado con los ojos saltones, con una tripa bastante prominente, aparentaba menos de los 56 años que tenía. Me miró fijamente desde sus casi dos metros, sonrío y me abrazo, parece ser que al gran hombre le iban las costumbres de las pelis de la mafia.

Tras felicitarme por mis servicios, me explicó que ahora iría con su segundo para cumplir un encargo muy importante en el que tendría que ser muy discreto con el resto de la banda, ya que si alguna información salía de esa habitación tendría problemas, pero que si todo salía bien medraría dentro de la organización.

Me dijo que iba a ir con su segundo, que me fuese a cambiar, que volviese al cabo de dos horas con un traje oscuro y discreto, y que dejase mi arma allí ya que le iban a acoplar un silenciador...

Volví puntual, allí me esperaba un tipo que estaba en la reunión y  que no había hablado, llevaba un traje que le quedaba algo grande, era canijo, pero daba miedo, tenía cara como de rata y miraba como si te fuese a matar. Se presentó como Ángel, me dio mi pistola con el silenciador acoplado, me llevó a probarla a la parte de atrás, el silenciador era una pequeña obra de arte artesanal, solo se oía un pequeño zumbido con cada disparo y era igual de precisa. Yo empecé a asustarme, nunca había disparado a nadie y esto tenía pinta de tratarse de un asesinato. Me cogió la pistola, para ver que tal tiraba y terminó de vaciar el cargador, luego la recargó y me la devolvió.

Nos montamos en el coche, condujo él.

-Qué tenemos que hacer?-Pregunté algo nervioso.
-Tenemos que llevar a un tipo ante el jefe, antes tenemos que darle una paliza y luego llevárnoslo.
- Solo vamos dos para secuestrar a un tío, me parece que somos muy pocos.
- Sí, si fuese un tío normal sí, pero no te preocupes, está solo. Verás, no se si recuerdas que hace unos años se montó un follón en la tele por el tema del lanzamiento de enanos en una discoteca de Santander.

Asentí, lo recordaba, se habían metido los asuntos sociales prohibiendo el espectáculo , y recuerdo que uno de los enanos había salido en Crónicas Marcianas entrevistado por Sardá, el pobre se quejaba de que se había quedado en paro y ahora nadie le daba trabajo, que agradecía la preocupación de los Servicios Sociales, pero que se podían ir a la mierda.

- Bueno- continuó- pues uno de los enanos, resulta que tenía un rabo enorme, se ve que la naturaleza le compensó las carencias de unos miembros con otro- Soltó una risotada, impregnando el habitáculo del coche con su halitosis, lo que me obligó a abrir la ventanilla- Así que el cabroncete se dedicó al porno. ¿Tú te lo puedes creer? Un tío que no se puede poner un jersey porque no le dan los brazos y porque no le entran por el cabezón, se tira a unas tías buenísimas y encima cobrando. Me he documentado, es un campeón, aparte del miembro, tenía una cadencia...

- Creo que empiezo a envidiar al enano. ¿Pero por qué vamos a por él?
- Esto no debería contarlo, pero ¡QUE HOSTIAS! Vienes conmigo y tienes que saberlo. Verás con la mierda de Internet, que está acabando con todo, ya casi nadie paga por porno, y además el enano, que por cierto parecía más alto tumbado que de pie el hijoputa, dejo de hacer gracia. Pero el cabrón es listo, así que se puso de gígolo, y aquí si que triunfó, parece ser que no daba a basto. Y entonces entre tanta clienta, se confundió con una, se tiró a la mujer del jefe.

- ¡Joder!

-Joder sí, ese no es el problema, el jefe pasaba de su mujer hace tiempo, sobre todo cuando ésta no pudo darle un hijo y se dedicó a comer todos los derivados del cerdo que encontraba, además de enanos. ¡Con lo buena que estaba y lo gorda que se ha puesto! Así que el jefe, ahora se dedica a probar a todas las putas de la ciudad,  las estrena y además nunca repite, así que como es un hombre muy razonable podía perdonar un escarceo de su mujer aunque fuera con un enano, lo habría arreglado con unas hostias al enano y ya está, pero lo peor es que el enano y la foca de la mujer del jefe parece ser que se enamoraron (vaya pareja que hacen) y el enano se retiró dedicándose en exclusiva a su amorzote. Je je. Bueno, pues la mujer del jefe se creía muy lista, y pensaba que nadie sabía nada, pero su marido lo sabía todo, siempre la hemos seguido para su protección, y el jefe la semana pasada tras mucho meditarlo, decidió cortar por lo sano, y a eso vamos.

- Y como vamos a hacerlo.

- Como te habrás dado cuenta, el enano tiene un ego tan descomunal como su rabo, así que hemos concertado una cita, oficialmente vamos de la cadena Ser para hacerle una entrevista, diciéndole que era un ejemplo de superación... Y el cabrón va y se lo cree, en este puto país si sale en la radio un actor porno y encima enano se echan encima el Defensor del Pueblo, la Santa Sede y la ONCE, para otra cosa no, pero para joder al prójimo que gana pelas jodiendo, para eso si que se ponen de acuerdo los mierdas estos- Sonrió y de repente se puso serio- Cuando entremos te quedas atrás y si no es necesario, que no lo será, no intervengas. La pistola solo es por si acaso.

Llegamos a un bloque, unos lofts venidos a menos, el abandono de la fachada nos descubría que había conocido tiempos mejores.

Nos abrió sin problemas, era verdad se había tragado lo de la radio, hace falta ser tonto.

Nos pasó al salón, la verdad es que a pesar de su tara era guapo el cabrón, tenía unos azules así como los de Paul Newman. Era el enano más guapo del mundo, empezaba a entender a la mujer del Jefe.

Nos invitó a sentarnos en unas sillas y el se sentó en un taburete elevado, de repente mi acompañante se levantó como un rayo y lo tiró al suelo, le hizo una llave y lo dejó inconsciente. Luego tras decirme que estuviese quieto lo amordazó y le ato las manos y los pies uniéndolos por la espalda.

Luego una vez mudo e inmóvil le bajó los pantalones, lo tumbó de espaldas y le cogió el enorme pene con dos dedos y como si fuese un trofeo lo sujeto junto a su cabeza sonriendo.

-Muevete, hazme una foto. Vamos, que esto no se ve todos los días. Pero que salga el enano entero.

-¡Joder!- Cogí el teléfono y le hice varias fotos- ¡Estás como una cabra! Hazme una a mi.

Tras terminar el "reportaje" metió  nuestro botín en una maleta y nos fuimos. La verdad había sido fácil.

Llegamos a la casa, allí estaba el Jefe esperándonos ansioso, mi primo y otro tío estaban con él.

Mi compañero colocó a nuestro prisionero encima de una barra de bar.

Mi primo salió de la estancia, al poco volvió con una chica maniatada,  algo entrada en carnes, preciosa, morena, con el pelo largo, nos miró fijamente, con orgullo, hasta que sus ojos se posaron en nuestro prisionero, entonces miró con miedo al Jefe. La sentaron en el suelo.

 El Jefe la empezó a insultar a gritos, lo típico, ¡Zorra! ¿ Cómo pudiste? Y encima con este monstruo... Siguió así un rato hasta que de repente, le bajo los pantalones al enano (que manía), que seguía amordazado y solo podía emitir ruidos. Le cogió el pene con las dos manos, y como un lanzador de martillo girando sobre si mismo lo arrojó contra ella, falló por poco. El enano se estampó contra la pared, creo que el golpe no fue lo que más le dolió, aunque aparentemente su monstruoso miembro seguía en su sitio. El Jefe se volvió hacia mi y dijo:

-¡Mátalo! ¡Mata a ese puto monstruo! Y que ella lo vea.

- Pero...- Miré a todos, nadie dijo nada, el enano abrió sus preciosos ojos azules mirándome con pánico, los demás, hasta ella, parecían ansiosos.

Así que saqué la pistola, lentamente apunté, al principio dudé, pero luego se impuso el instinto de supervivencia y disparé. Sonaron dos zumbidos desde la pistola...

- ¡Veis como valía!- gritó mi primo- ¡Eres un cabrón!

El enano se orinó, salpicando a la chica.

- ¡Puto enano asqueroso!- gritó.

Los demás empezaron a reírse a carcajadas...

Mientras mi primo desataba a la chica, el jefe me cogió la pistola, y me dijo que había cumplido bien, con una sonrisa de satisfacción me abrazó (que pesado con los abrazos). Mi primo me dijo que estaba orgulloso. Ella me dio un beso en la mejilla, y todos me dieron la enhorabuena. Había pasado la prueba.

Cuando comprendí todo, empecé a insultarlos, cuando me tranquilicé nos reímos todos juntos.

Al enano lo desataron y le dijeron que o pagaba lo que les debía antes de un mes, o la próxima vez sería de verdad, en cuanto le dieron permiso salió pitando, meado y todo.

La mujer del Jefe se dirigió a este.

- Eres un animal, casi me das un enanazo, je je, ay, que mal actúas.

Lo besó con mucha ternura y al mismo tiempo pasión, sentí envidia del jefe, mucha envidia.

Así, con un teatro pasé la prueba final para entrar en la banda, el enano pagó en una semana. Aún sigo currando aquí, es un buen trabajo, a veces peligroso, pero en el fondo es más honrado que el de antes y además está mucho mejor pagado.

Lo mejor de todo es que ahora sí que la mujer del jefe le pone los cuernos, no  voy a decir con quien, pero yo ya no envidio a nadie.

Bicos, otro día más.

sábado, 27 de abril de 2013

TERROR (No apto para menores)


TERROR-


Manuel Villalba era un hombre muy metódico. En la mesa de su oficina, por ejemplo, cada útil se encontraba siempre ubicado en el mismo lugar, ordenado al milímetro, la  grapadora pegada al ordenador, los clips en tres cajas diferentes según sus tamaños, el teléfono siempre con la misma inclinación. En su casa pasaba lo mismo, siempre estaba igual, uno no podía saber si había estado allí recientemente o había estado fuera durante meses; la nevera parecía una sección del ejército Norcoreano, el edredón de su cama colgaba exactamente igual por ambos lados. Siempre estaba todo recogido, todo ordenado, cada armario, cada alacena y cada objeto en el mismo sitio.

 Este gusto exagerado por el orden le había sido inculcado por su madre. La mujer enviudó joven y desde la fatídica fecha en que su marido falleció al ser atropellado por un autobús, mientras cruzaba una calle, completamente borracho, al regresar a su hogar desde una casa de citas en la que solía desfogarse de la amargura que le producía la contemplación de su vida con una mujer que iba de “cuello largo” hasta en la cama y el hijo que cada día se parecía menos a él y más a la bruja que lo engaño con un calor y un cariño que poco a poco se fue disolviendo en un orden cada vez más estricto.

Así que la Viuda de Villalba, como le gustaba ser llamada,  decidió volcarse en su hijo para que éste no cayese en el desorden, tanto moral como material en el que vivía su difunto esposo. Fue tanta la dedicación y el esmero de la Viuda de Villalba en la educación de su hijo que este se convirtió en el paradigma del orden y la limpieza. Teniendo en cuenta que su padre murió cuando el pequeño Manuel contaba seis años, y que a los ocho años ya era un primor en todo lo relacionado con la pulcritud, maneras e higiene, hay que reconocerle el mérito a la antigua Señora de Villalba.

Manuel se hizo médico.

Manuel nunca tuvo novia.

Manuel tuvo su primera relación sexual con una mujer a los 36 años.

Manuel Villalba siempre sacó matrículas de honor, fue el Nº 1 de su promoción, por lo que pudo escoger su destino y como quería un puesto aislado donde pudiese vivir tranquilo y organizar todo a su gusto y a sus maneras,  se convirtió en el médico de la Residencia de Ancianos “ El Egido del Camposanto”. La verdad es que a los ancianos lo del Camposanto les daba algo de miedo pero como los servicios eran excepcionales y además estaban subvencionados, el nombre pronto careció de importancia y las listas de espera se hicieron cada vez más largas. Cuando Manuel se hizo cargo de la salud de los residentes había una lista de espera de unas 100 almas y en la actualidad la lista se aproximaba a las 1.000. Gran parte de la culpa de este aumento en la demanda se debía al trabajo de Manuel, al trato humano que daba a cada paciente y a las mejoras higiénico sanitarias que logró en un tiempo record.  

Los pacientes lo adoraban a pesar de su manía de colocar todo lo que hubiese en la habitación, no podía dejar una prenda sin doblar ni nada fuera de lugar.

La madre de Manuel cogió una extraña enfermedad degenerativa en la que si bien era consciente de todo y mantenía la lucidez que siempre la había caracterizado, sus facultades motrices desaparecieron poco a poco, así como la capacidad de hablar, solo podía emitir sonidos guturales.

Manuel consiguió llevarse a su madre a la residencia y la instaló en el pequeño apartamento que tenía dentro de la misma.

La viuda de Villalba dejó este mundo el mismo día que su hijo cumplió 36 años.

Manuel mismo certificó la muerte de su madre.

Durante la incineración de la viuda de Villalba, el doctor estaba inusualmente nervioso. Todo el mundo pensaba que era debido al profundo dolor que debía sentir al perder a la única persona a la que estaba unido. En realidad solo trataba de disimular la enorme alegría que sentía al ver desaparecer a la maldita bruja, a la que solo le había perdido el miedo cuando la dejo primero sin poder moverse y luego sin poder hablar.

La enfermedad que sufría su querida madre se la había provocado él. Cada vez que le inyectaba su “medicina”, si sentía algo de culpa, para seguir adelante le bastaba recordar la horrible infancia que le había hecho pasar, mientras los demás niños jugaban, el estudiaba o aprendía algo, o limpiaba algo, o recogía algo y siempre haciéndole sentir culpable; por la muerte de su padre, por si algo iba mal en casa, por sacar un 9´50 en vez de un 10. Castrándolo en vida. Maldita zorra nunca le había dado ni un pizca de cariño, lo que si le había dado era una educación y una forma de actuar muy metódica que hacía que no dejase rastro, ni huellas que seguir, además de una enorme paciencia que le permitía esperar el momento preciso e incluso crearlo el mismo.

Cuando terminó la carrera solo quería un sitio donde le dejasen hacer su trabajo a gusto y donde gozase de independencia total para llevarlo a cabo. La residencia era el lugar ideal. Hasta le dejaron seleccionar al resto del personal que iba a trabajar con él.

Cuando se llevó con él a su decrépita madre, sentía la admiración del resto de la gente, el joven doctor dedicado por entero a su trabajo, tratando a cada paciente con una dedicación que rayaba lo exagerado y encima haciéndose cargo de su querida madre.

Le encantaba esta farsa, el hecho de matarla poco a poco mientras la torturaba con pequeñas cosas, como ponerla cara a la pared durante horas, tumbarla y colocar una araña por el cuerpo mientras  veía como el pánico se reflejaba en sus ojos, ponerle un ratón muerto en el plato de la comida y cada vez que le daba una cucharada enseñárselo. Pero como todo lo bueno, esto tenía que acabar, la enfermedad ya estaba muy avanzada y pronto dejaría de comprender. La viuda de Villalba en breve pasaría a un estado vegetativo en el que no podría comprender ni sentir nada.

Lo último que vio la Viuda de Villalba fue a su hijo mientras la violaba, incapaz de moverse ni de gritar.

No es que a Manuel le excitasen los ancianos, ni su madre, lo que a Manuel le excitaba era en este caso la venganza y causar sufrimiento, ver en los ojos de su víctima el dolor, la vergüenza y la sorpresa…

Tras el funeral de su madre, trazó un plan (ya habíamos dicho que era un hombre muy metódico), cuando uno de los inquilinos se encontraba en un estado casi terminal, aunque con sus facultades mentales sino intactas al menos en buen estado, escribía una atenta carta a sus familiares pidiendo permiso para hacerse cargo personalmente de los cuidados de estos pobres infelices, para (esto siempre lo escribía con una sonrisa sádica) poder darle los mismos cuidados que había ofrecido a su difunta madre en sus últimos días.

Una vez que las incautas familias le daban el permiso  maravillados por la infinita bondad del doctor, el enfermo o enferma, era trasladado a su apartamento, en donde aplicaba los mismos cuidados que había ofrecido a su progenitora, si bien perfeccionando la agonía de sus víctimas.

Pronto fue conocido como “El santo de El Egido”.  

Bicos otro día más.

domingo, 10 de marzo de 2013

LA BELLA DURMIENTE

La primera versión de "La Bella Durmiente", fue escrita en 1636 por Giambattista Basile, dentro de una colección de cuentos llamada "Pentamerone", su título original era "Sol, Luna y Talía", siendo Talía la protagonista, ésta  es la hija de un gran Rey, al principio todo es igual, se pincha con una astilla y cae dormida durante cien años. Esto es lo único que es igual al cuento que nos ha llegado.
La hermosa Talía, al cabo de cien años es encontrada por un noble, que arrebatado por su belleza, no solo la besa sino que la viola. Después de las relaciones sexuales el noble vuelve a su castillo con su mujer (sí, estaba casado). Al cabo de nueve meses Talía, que continua dormida,  tiene a dos gemelos, Sol y Luna, que son cuidados por las hadas del bosque. Un día Sol buscando donde mamar chupa el dedo de su madre sacando casualmente la astilla y consiguiendo que ésta despierte. El noble emocionado por su anterior experiencia regresa  y se encuentra a su nueva familia, ahora sí que mantiene una relación consentida y viven una preciosa historia de amor con su amante y sus hijos.
Pero al final vuelve con su mujer, la cual descubre el pastel al escuchar a su esposo contar en sueños su maravillosa experiencia. Entonces la mujer del noble decide darle una grata sorpresa, hace apresar a Talía y a los niños, y haciendo gala de un sentido del humor y de una decencia espectaculares, le ordena al cocinero que degolle a los gemelos y se los sirvan a su marido como plato principal. Mientras que a Talía también tiene pensado cocinarla pero a ésta de forma pública en una hoguera. Una vez termina la comida la mujer del noble le grita con gran sentido del drama "Te has comido lo que es tuyo". Pero la pobre mujer no contaba con que el cocinero era un calzonazos y no fue capaz de matar a los niños, sirviendo unos cochinillos en su lugar. Al final Talía se salva, los niños se salvan, al cocinero lo hacen tesorero ( como a Bárcenas) del reino, y el noble se divorcia de su mujer por la vía rápida, cargándose a ésta y  a sus cómplices. Se casa con Talía y ahora sí viven un amor a la mejicana siendo felices y comiendo perdices. Tú ya sabes mi amor.

Unos años más tarde Perrault edulcoró el cuento, haciendo la versión que más o menos conocemos, sin violación, sin niños surgidos del adulterio, sin noble cachondo y sin esposa celosa.

Nuestra sociedad es como Talía, una sociedad dormida mientras que nuestros queridos poderes públicos (el noble) la violan una y otra vez, abandonándola con el producto de su violación, para luego error tras error acabar por traicionarla en manos de unos mercados (su mujer) que exprimen cada uno de sus frutos hasta devorarlos entre ambos, solo que aquí no se prevé un final feliz, sino que más bien parece que juntos se darán un banquete sin fin en el que comerán hasta la última migaja y exprimirán hasta la última gota de nuestra sangre y ni así se saciarán.

Pero lo peor de todo será el gran grupo de imbéciles que dirán que nos están besando mientras nos están dando por el culo, diciéndonos que nos están despertando de un sueño en el que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, quemándonos poco a poco mientras se preparan para devorar a nuestros hijos.

Y colorín colorado este cuento por desgracia no ha terminado, solo está empezando.

Bicos, otro día más.

sábado, 2 de febrero de 2013

The End of The World (Part Two)

Tras arrojar la calabaza seguí corriendo hasta que no pude más, (unos cincuenta metros calculo yo), comprobé que nadie me seguía, y con el pelo pringoso por los jugos de la hortaliza me senté en un portal, me encendí un cigarrillo, y cuando por fin dejé de toser me puse a reflexionar.

¿Que estaba haciendo? ¿En que me estaba convirtiendo? Estaba en un portal de Huertas, con un cigarrillo en la boca, escapando de Paco Porras (¡Ahí es nada!). Dando pábulo a leyendas escritas por algún consumidor de hongos de América que llevaba muerto muchos siglos. Para ese sí se había acabado el mundo. 

Me levanté y comencé a caminar entre la gente, adolescentes buscando algo de diversión, algún despistado que no sabía por donde andaba, bastante chica guapa, algún borracho, aún era temprano, y en medio yo, con el pelo asqueroso y con cara de tarado, salí de las callejuelas y me paré delante de un escaparate, el reflejo  devolvía a un hombre venido a menos en el que solo destacaba una prominente mi tripa, es curioso en lo que piensa uno, hace un momento el mundo se acababa y ahora lo único que se acababa, y por un desafortunado reflejo entre Playmobiles, Legos, Barbies y demás, era mi mundo. 

Mientras admiraba mi reflejo, recreándome en el fantoche en que me estaba convirtiendo, pasó algo, un camión que pisó un charco deshaciendo el momento y al tiempo empapándome. Ahora aparte de gordo, deprimido y con el pelo pegajoso, estaba mojado y aterido.

 Empecé a llorar, volví sobre mis pasos, ahora mucho más rápido ya que la gente se apartaba a mi paso. Quería desaparecer y si el mundo se iba a la mierda que se fuese, que importa si se tiene que acabar casi mejor que nos vayamos todos juntos y no con cuentagotas, evitando todo lo que nos queda por sufrir y sin enterarnos. Que más daba todo.

De repente me encontré ante la enorme Catedral de La Almudena y escuché un coro desafinado que me sonaba bastante, delante de una de las puertas laterales había un par de Skins haciendo guardia, tenía que entrar, mi sexto sentido se activó. Ahí estaban o bien el fin del mundo o bien el principio de todo.

No tenía tiempo para utilizar los subterfugios que me habían hecho triunfar en tantas ocasiones, así que me alejé un poco para coger impulso y arrojarme contra los dos cancerberos (que referencia tan exquisita).

Estos arrojaron unas colillas al suelo, abrieron la puerta y entraron, parece ser que habían salido a echarse un cigarro y no a vigilar mi presencia.

Entré algo asustado, no sabía lo que me iba a encontrar dentro, por mi cabeza pasaron imágenes horrendas, terroríficas, mientras caminaba hacia la puerta me imaginaba a Aramis Fuster tumbada desnuda sobre el altar mayor mientras un grupo de frailes decrépitos hacían cola para copular, a esta le iban saliendo cuernos mientras el Cristo de la cristalera, cobraba vida y comenzaban una lucha que representaría el fin del mundo, mientra Paco Porras daba saltitos alrededor del altar lanzando todo tipo de hotalizas... en lugar de esto me encontré un ensayo general para la próxima misa del gallo, con un anciano obispo Antonio María que miraba hacia el coro de ancianas con honda preocupación al ver que no terminaban de entonar.

Salí, que estúpido había sido al creerme las batallitas que sobre el fin del mundo inundaban la prensa diaria y los noticieros, me fui a casa. Iba a disfrutar cada momento, porque a fin de cuentas uno no sabe nunca donde puede estar su fin del mundo particular.

Bicos otro día más.