miércoles, 16 de diciembre de 2009

Mi madre, que ganas tengo de cambiar de hábitos, estos que llevo hoy están muy, pero que muy raídos, además este convento está agotándome, es que no puede ser, todos los días la misma comida, todos los días, el mismo menú sin nada que cambie, ya es que hasta el tiempo es el mismo todos los días, ni frío ni calor, está bien pero muy bien, pero cansa, como voy a apreciar acurrucarme en una manta o apreciar el calor de un buen fuego si casi nunca hace frío, y como tampoco el sol luce en exceso, como voy a echar una buena siesta al calorcito del verano, como voy a sentir la calidez del sol mientras lo miro entornando los ojos y sintiendo como su fuego atraviesa mi cuerpo, devolviéndole un poco de la vida que tenía. Esto es un invernadero, siempre igual, yo antes era como una planta del bosque, expuesta a múltiples peligros, pero que cuando conseguía crecer lo hacía de forma espectacular, ahora no hay obstáculos ni peligros y como una planta de invernadero voy creciendo con tranquilidad, es cómodo pero el sabor ya nunca será el mismo. Ojala alguien me trasplante algún día, con cambiar de invernadero me conformaría, porqué ya estoy mayor para selvas y montes.

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