domingo, 9 de marzo de 2014

LA VICTORIA

Ha pasado mucho tiempo, demasiado quizás, así que no me extraña que no haya nadie al otro lado aunque esta vez no ha sido por pereza, ni por falta de tiempo, ni por liarme con vídeo juegos absurdos, ha sido por timidez y por ver un telediario (ya lo se, no debería), en éste desfilaban diversos líderes políticos entre los que se encontraba nuestro excelso Presidente, y claro, quedé abrumado ante su verbo fluido, su prosopopeya y sobre todo su imaginación a la hora de explicar no se que cosa de unos sobres y de una contabilidad, la verdad es que impresionado por el continente no me quede con nada del contenido...



Fresneda estaba ante el último lanzamiento, por su cabeza pasaban todos los agravios y derrotas sufridas ante él  durante sus vidas, esta vez se había preparado a conciencia, durante casi sesenta años había perdido, siempre perdía cuando el que estaba enfrente era Quintana, por su culpa había pasado de ser  triunfador a ser un segundón, ser un segundón no está mal, siempre y cuando no hayas sido nunca el primero...

Fresneda había sido algo así como un elegido, era como se decía en la época un primor de niño, era el primero de la clase, era el mejor en fútbol, era además un encanto, muy guapo y un gran compañero, era un líder, todos lo querían. Lo que parecía una vida orientada claramente al éxito se truncó en el último curso de primaria cuando llegó su némesis, Quintana.

Al principio se hicieron amigos, pero para Fresneda fue horrible ver como le arrebataban el primer puesto en todo, si antes era el mejor jugando al fútbol o estudiando, de repente conoció lo que era perder, y no solo perder un partido, o no sacar la mejor nota en un examen, si no perder de verdad en la vida. No es que la gente lo dejase de lado, sus amigos seguían siendo sus amigos, pero que preferían estar con Quintana ya que éste siempre conseguía que los que estaban a su lado mejorasen. Ese era su don, hacía que los que estaban en su compañía se sintiesen a gusto y no quisieran estar en ningún otro lugar, tenía autentico carisma y era encantador en todos los sentidos de la palabra. Ésto era válido para todos menos uno. Y así poco a poco Fresneda, se fue apocando y nunca más fue capaz de sacar todo lo que llevaba dentro, convirtiéndose en un ser gris como la mayoría de los pobrecillos que caminamos por este planeta.

La vida los volvió a juntar en muchas ocasiones, ambos prosperaron y se hicieron hombres de provecho. Si bien Quintana como un directivo triunfador mientras Fresneda se convertía en un funcionario que odiaba su trabajo. Quintana se casó con la que había sido el gran amor de Fresneda y éste con la primera que pasó a su lado y quiso quedarse, en este aspecto no se podía quejar, su mujer fue el gran éxito de su vida, aunque amargado como estaba, muchas veces se le olvidaba todo lo que tenía..., esa fue su gran derrota, ser incapaz de desarrollar todo lo que tenía dentro y de disfrutar de todo lo que tenía fuera; siempre que conseguía algo o cuando todo iba bien era incapaz de disfrutarlo por culpa del regusto amargo que aderezaba su vida y que le hacía creer que todo podía ser mejor aún cuando su vida era maravillosa, sería maravillosa para cualquiera menos para él...

Han pasado muchos años, estamos en un parque, ahora Quintana y Fresneda son dos ancianos que dirimen sus diferencias en un campeonato de petanca, el campeonato provincial, y por fin Fresneda puede ganar, tiene el último tiro, es un tiro difícil, pero sabe que puede lograrlo, se concentra, nota que le tiembla levemente el pulso, se para, respira hondo, mira a su alrededor ve a sus compañeros, al público, se fija en Quintana y ve que está ansioso, casi temblando, ve que necesita ganar, que necesita que falle y entonces lo comprende, la vida de Quintana ha sido mucho peor que la suya, el pobre necesita ganar siempre. Le mira a los ojos, le sonríe.

Vaya par de imbéciles piensa.

Quizás aún no sea tarde, recoge sus cosas y se va, ignora a todos los que le hablan y a algún compañero que le grita. Ha ganado, por fin  ha ganado, después de tantos años, ahora por fin sabe lo que es ganar.

Bicos, otro día más...




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