jueves, 4 de agosto de 2011

UN DÍA CUALQUIERA

Tenía la boca pastosa y un dolor de cabeza espantoso, miró a su lado, en la cama estaba solo, la puta que había contratado por 300 Libras ya se había largado. Ahora recordaba,  en realidad la había echado, tras esnifarse medio gramo en sus perfectas tetas y ver que no se le levantaba a pesar de la buena intención y de las maneras exquisitas con que fue tratado, se mosqueó. Ahora que estaba sobrio y más tranquilo reconocía que ella no tenía la culpa, pero por la noche y con el pedo que tenía, se cabreó,  la arrastró desnuda a la calle, y de un empujón y a gritos la tiró por las escaleras del porche, después le arrojó el dinero y la ropa, y disfrutó por primera vez viendo como se arrastraba por el suelo recogiéndolo todo. Se descojonó al ver que lo amenazaba. Si quería volver a follar en condiciones tendría que dejar de beber como un animal, de fumar como un cosaco y de esnifarse media Colombia. Estaba claro, no iba a volver a follar en condiciones.

Se tragó tres aspirinas, que acompañó con un trago de vodka. El dolor comenzó a remitir y tras vomitar en el baño ya se sentía con fuerzas para desayunar. Se puso un café, encendió la televisión, y cuando escucho la noticia, no dio crédito, blasfemó,  se le cayó la taza al suelo, con un trozo de la loza se hizo un pequeño corte en un pie, no importaba, corrió a su habitación, se vistió a toda prisa, cogió la cartera, una pequeña maleta que llenó a toda prisa, abrió la puerta de la calle y salió, un puñetazo brutal lo devolvió al interior de la casa, dejándolo inconsciente.

Despertó en un silla, esposado de pies y manos, descalzo y desnudo, sangrando por la nariz. Levantó la cabeza y vio a un negro enorme que sonreía, estaba jugando con unos alicates, al lado del negro estaba la puta, y detrás su jefe, sabía que estaba muerto.

- ¿Que has hecho? ¡Maldito hijo de puta! Además de cabrón, imbécil. Cuando me dijeron que el mierda que le había vendido la droga llevaba una cazadora naranja supe que habías sido tú. A ella no se le podía vender, se lo había prometido a su padre, estaba casi rehabilitada. ¡Maldito HIJO DE PUTA!
- Yo no he...- Esta vez el negro le pegó con los alicates en el esternón dejándolo sin respiración, se dobló y tardó unos segundos en volver a respirar, volvió a levantar la cabeza, está vez fue su jefe quien le pegó.
- ¡CÁLLATE! Esta mañana ya pensaba matarte, pero cuando vi a Ellen llena de moratones y me contó lo le habías hecho, entonces ya quise torturarte, hacerte sufrir. ¿Por qué? Pensabas que no me iba a enterar, encima la has matado, ¡CABRÓN!- miro a Ellen, que seguía callada, le hizo un gesto, ella sacó del bolso algodón y cinta.- ¡Pónselo!
Trató de resistir pero un par de golpes más se lo impidieron, le taparon la boca, ahora casi no podía respirar. El jefe le dijo al gigante.
- Acaba con él, pero despacio, muy despacio. Vamos Ellen...
- ¿Puedo quedarme?- eran las primeras palabras que decía Ellen, y no parecían cargadas de buenas intenciones.
- Haz lo que quieras, yo me tengo que ir a consolar al padre y decirle que la muerte de su hija ha sido vengada. Me encanta esto del "Ojo por ojo", los judíos somos cojonudos. - El jefe se volvió y le lanzo un beso al amasijo de carne que se estaba asfixiando esposado en la cocina. Sonrió y salio tarareando "Rehab".

Mi pequeño homenaje. Besos, un mes de estos más.

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