lunes, 9 de noviembre de 2009

LA FOTO

Soy fotógrafo o mejor dicho era fotógrafo, sí, ahora estoy retirado, pero en el año ochenta y tantos, podías encontrarme en cualquier parte de este maravilloso mundo en el que hubiese una guerra, una catástrofe o cualquier tipo de desgracia, o sea en cualquier parte del mundo en realidad, ya que una guerra nunca falta. Esta es la historia de mi última foto.

Parece mentira lo inhumanos que nos volvemos, con el tiempo acabas viendo a todas las víctimas como objetivos de la cámara y no como personas, es asqueroso en realidad, pero nunca intervienes, si ves a alguien agonizando ya no lo consuelas como al principio, si no que le tiras unas fotos, e incluso le colocas una mano de forma más dramática para conseguir un mejor efecto en la imagen. Cuando estoy en "campaña", a mi alrededor no hay personas, me inhibo y ni siquiera formo parte del paisaje, solo hago mi trabajo y ya está, me dan igual los tiros, las bombas los niños muertos, las madres llorando, los cadáveres troceados, todo me da igual. Me vuelvo el peor de los hijos de puta, no tomo partido por nadie y nadie me importa, esto hace que cuando vuelvo a casa, las pesadillas no me dejan dormir y mi conciencia que parecía muerta en la guerra vuelve a la vida en casa, y me atormenta, y solo la puedo matar cuando estoy completamente borracho, como voy a estarlo cuando termine de escribir esto.

Era el año 1992, estaba en una guerra olvidada por occidente, no había, ni joyas, ni petróleo, ni ninguna mierda que la hiciese interesante, pero al editor de mi periódico le pareció una gran idea hacer un reportaje diferente a todos los de la competencia, y tras un viaje de tres días, por tierra, mar y aire llegamos a la capital, de lo que en un tiempo había sido un gran país y en ese momento era solo un enorme cementerio en ruinas incendiadas por unos y por otros. Comencé a fotografiar todo, mientras mi compañero y redactor, hacía unas crónicas maravillosas, sobre una guerra que solo veía en su imaginación desde el bar del hotel (único hotel que estaba en pie y que sobrevivía ya que servía de cuartel general de un grupo de mafiosos locales, independientes de toda guerra), del que solo salía para apaciguar su libido con alguna nativa y a echarse alguna siesta, por cierto, hace un año murió de sida. Mientras mi redactor estaba en el bar, yo acompañado de un guía local, un chico de unos veinte años, me recorrí la ciudad de cabo a rabo, debí hacer unas doscientas fotografías en tres días, y a pesar de que algunas eran buenas, ninguna podía reflejar la supuesta gran violencia que asolaba al país, apenas había muertos y combates y claro esto no vendía demasiado. Así que le pedí a mi guía que me llevase a alguna parte en la que la violencia estuviese desmadrada, se negó, pero cuando le dí el equivalente a su sueldo de seis meses (Unas 6000 pesetas), no pudo negarse, me llevó junto al jefe de una especie de compañía de castigo, que se dedicaban a masacrar a población civil de la facción contraria, pero una vez allí este me dijo que tenía ordenado no salir, que había negociaciones en marcha y que si hacían algo que pudiese afectar a estas, ellos serían los masacrados, no lo pude evitar comencé a gritarle a mi guía del que ni siquiera recuerdo el nombre, echándole en cara el dinero que me había costado para nada, le dí un empujón, cuando escuchó la cantidad de dinero de la que hablábamos al jefe le empezaron a brillar los ojos, y me propuso que por ese dinero tendría mi muerto y que sería espectacular, esto lo dijo en un ingles chapucero, yo acepte, y cogieron a mi guia y comenzaron a golpearlo, brutalmente, mientras yo en vez de ayudarlo, solo podía fotografiarlo todo, todo, cuando lo golpearon, cuando le cortaron una oreja, cuando le cortaron la otra cuando le cortaron los genitales, cuando lo decapitaron, y cuando el jefe con la cabeza clavada en la punta de su fusil, sonreía enseñando su dentadura mellada y su cara de satisfacción mientras observaba los billetes que había en el suelo, la foto se llamo "El rostro de la muerte", a mi me valió, una pasta por el reportaje y muchos premios, no volver a trabajar y sentir asco de mi mismo, a mi guia le costó su vida, y al jefe de esa facción 12.000 pesetas, 6000 que le robó a mi guía y 6000 que le pagué cuando me llevó de vuelta a mi hotel. En donde me dejó con mis fantasmas para el resto de mi vida.

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