domingo, 24 de abril de 2016

MAGIC MIKE XS

Uno cree que sabe lo que es el miedo, pero en realidad no lo sabe hasta que se ve desnudo y pataleando como una araña panza arriba mientras una culturista con problemas de sobrepeso te eleva sobre su cabeza y está a punto de lanzarte contra un grupo de féminas sobreexcitadas, y  todo mientras suena una canción de Pignoise con Melendi...

Había encontrado el trabajo de mis sueños en el "RONALDO MACHO MAN", o mejor dicho él me había encontrado a mí y además tal y como dijo el propietario tras mi prueba, "Nunca antes había visto a nadie que encajase de esta forma en este trabajo".

El "trabajo" me llegó de la mano de mi amigo Manuel María que era la estrella del espectáculo, volvía locas a las clientes con su anatomía perfecta cultivada a base de largas jornadas de pilates. Al empezar el primer pase su escultural cuerpo se cimbreaba siempre al ritmo de alguna canción de los Smiths, de tal forma que cuando comenzaban a sonar los primeros acordes de "The Charming Man" sus admiradoras, cientos por noche, comenzaban a salivar cual perro de Paulov, si bien el éxtasis lo alcanzaban mientras se desarrollaba su número más espectacular, siempre al ritmo de Yellow Submarine, dejando que las mujeres enloquecidas por su perfecta complexión y sus armónicos movimientos usaran su miembro a modo de periscopio, en fin...

Nos habíamos encontrado por casualidad en la cola de un cine, ni siquiera recuerdo la película, estaba esperando en la cola ojeando el móvil y de repente alguien me toco en la espalda, me volví esperando encontrar a un antiguo amor, o a uno nuevo, o a una mujer aunque tuviera cuatro brazos y seis piernas, cuando me encontré de frente con mi amigo al que hacía más un año que no veía, nos abrazamos y pasamos de la película, nos fuimos a tomar unas copas y a charlar a un bar cercano, nos costó muy poco ponernos al día, cuando me dijo lo de su trabajo me morí de envidia, eso de bailar un rato llevando la felicidad y la ilusión a hermosas mujeres necesitadas de un poco de cariño y ternura lo convirtió en mi héroe. Le dije que me encantaría trabajar allí,  alegué cientos de motivos, todos altruistas y sinceros. Luego seguimos bebiendo hasta altas horas de la madrugada, prometiéndonos amistad eterna, destrozando grandes éxitos musicales de los sesenta y hablando con todo el que se nos cruzaba sobre lo divino y lo humano. Nos separamos prometiendo llamarnos pronto.

La llamada llegó al cabo de tres días, me dijo que había quedado una vacante para hacer un número entre los dos pases más espectaculares de la noche, algo de relleno, pero que para empezar no estaba mal. Además me darían 150 euros por noche y por un solo pase, quedamos en el club dos horas más tarde para que me viese el propietario, aunque sería coser y cantar ya que le había hablado de mi, describiéndome con gran exactitud, solo tenía que llevar ropa interior limpia, ni siquiera hacía falta que bailara, solo insistió y mucho en que no me depilase, ya que se volvía a llevar el hombre "hombre".

Fui andando y mientras paseaba practicaba pasos de baile inconscientemente, la gente me miraba yo creo que con admiración por mi gran destreza, poco a poco iba recreando mi propio cuento de la lechera que terminaba en un casino de Las Vegas desnudándome para estrellas de Hollywood que se volvían locas por mi, Llegué justo cuando Jennifer Lawrence y Alicia Vikander empezaban a pegarse por mí. Allí me estaban esperando Manuel María y el señor Benito, que era especialista en la noche y había sido el primero en ver el espacio que necesitaban las mujeres para desahogarse de las amarguras de los maridos y de los hijos, en resumen que se estaba forrando a costa de potenciar la liberación femenina. Ya en el despacho me dijo que empezase con mi número, me fui desnudando hasta que quedé en ropa interior, algo encogido por los nervios,  sobre todo en mi hombría, intenté hacer un bailecito que tenía preparado, pero el señor Benito me miró de arriba abajo por delante y por detrás, se quedó anonado, boquiabierto y patidifuso, cuando soltó su frase sobre lo indicado que estaba para este trabajo y que no era necesario que bailase que con mis cualidades con cualquier improvisación iba a arrasar. Me adelantó 100 euros para demostrarme su confianza y me dijo que al espectáculo llevase un tanga que iría mejor que los bóxer de corazones que llevaba y sobre todo que no me depilase que los tiempos estaban cambiando y que tal como estaba las volvería locas, al tiempo que miraba a Manuel María y se sonreían mutuamente.

En casa me preparé concienzudamente, me miré en el espejo y la verdad yo no me veía tan bien como me veían ellos, y cuando me comparaba con mi amigo y algún otro bailarín que había por allí, no encontraba la verdad ninguna similitud entre nuestros atributos físicos, pero que demonios, ellos eran los expertos, y seguro que como dijo don Benito los tiempos estaban cambiando y además el miraría por su negocio, no iba a sacar a alguien que no gustase.

Llegue a la hora indicada cuando ya había empezado el espectáculo y la verdad es que me acojoné un poco al ver el nivel de excitación del público. Era horroroso, no se si habéis visto la película 300 cuando se preparaban para matar persas, pues algo así solo que en femenino y en vez de un ejército de un millón de persas enfrente solo estaba yo con un pequeño grupo de bailarines.

Salió un tipo vestido de bombero que era lo opuesto a mí, era uno de los platos fuertes de la noche, luego iba yo y luego mi amigo. Las señoras y señoritas se volvieron locas, era impresionante el griterío, pero no quiero aburrir con la actuación y el resultado de la misma, lo importante es que ya me tocaba a mi.

Me habían dado unas mallas verdes, un top ajustado de color naranja que conjuntaban perfectamente con el tanga amarillo que había mangado de un tendal vecino. Antes de salir me preguntaron que música quería y les dije que algo de Rock, cuando se retiró el bombero tras salir a saludar tres veces, comenzó a sonar mi canción, el cabrón del pincha había puesto a Melendi con Pignoise, lo maldecí y salí henchido de valor y dispuesto a darlo todo.

Comencé a contonearme tratando de seguir el ritmo de la canción, de repente me fijé en las mujeres que me rodeaban, sus caras mostraban incredulidad (seguramente era admiración) y cuando me quite el top, con cierta dificultad por cierto, ya que se me enganchó en el codo y era algo justo para pasar por mi cabeza, se escuchó el primer grito de "FUERA"  a este siguió "QUE VERGÜENZA" un "PARA ESTO HEMOS PAGADO", entonces comenzó un murmullo que pasó a griterío, que a su vez pasó a algo parecido a una estampida de rinocerontes. Cualquiera en mi lugar habría huido pero yo soy un profesional y seguí, además seguramente se estaban quejando de la música, así que me senté y me quité lentamente las mallas quedando solo con el tanga, en ese momento voló la primera silla, miré a los lados y  pude ver como tanto los camareros como los otros bailarines se estaban escondiendo al mismo tiempo que subía la primera espontánea, decía frases inconexas y trataba de golpearme, yo la esquivaba hábilmente pero se le unieron otras más, me agarraron y comenzaron a golpearme, me dieron varios puñetazos, tirones de pelo y  una  patada en los tegumentos de la zona reproductiva, luego me arrancaron el tanga, todo esto entre gritos ininteligibles, una se sacó un zapato clavándome el tacón en la frente, todo esto entre vítores del resto del público. cuando una, la más bella, me levantó sobre su cabeza y empezó a voltearme, arrojándome sobre un grupo de chicas jóvenes que llevaban penes sobre sus cabezas. Mientras volaba a cámara lenta pensaba en lo triste y lamentable que sería que lo último que viesen mis ojos fuese un pene a modo de diadema. Caí de cabeza contra la mesa y perdí el sentido.

Me desperté muy asustado sin saber donde estaba,  pensando que todo había sido un mal sueño, pero al intentar moverme sentí dolor, mucho dolor en todo el cuerpo, luego entró una médico que me explicó todo lo que me habían hecho. Cuando me dejó solo comencé a llorar.

Una semana más tarde vino a visitarme Manuel María, entró justo cuando escogía la prótesis de silicona que iba a sustituir el testículo que me habían arrancado de cuajo. Me quedé mirándolo y le tiré el falso huevo que tenía en la mano dándole en un ojo. Traté de levantarme para pegarle, pero la verdad es que no estaba para muchos trotes y le fue fácil sujetarme, cuando me calmé empezó a disculparse, sus disculpas fueron tan convincentes que acabamos abrazados.

Cuando nos calmamos me lo explicó todo, mi trabajo era el de "Bromuro", mi misión era bajar el nivel de excitación de las componentes del público, ya que al poner los dos números estrella al final de la noche muchas veces era muy difícil contener a las damas y al principio había escapado por los pelos de ser violado, así que entre los dos números habían decidido poner a alguien que enfriase el ambiente, mi predecesor era un señor de 63 años pero se había partido la cadera la noche anterior a la de mi actuación al pisar mal, torcerse un tobillo y caer del escenario, luego todo sucedió de forma natural, al pensar en que diera el perfil mi amigo pensó en mí, dando por hecho que enfriaría al público, pero lo que nunca habría imaginado era que llegase a provocar la hecatombe que provoqué.

Lo insulté una y otra vez, volvió a disculparse, me contó que el garito seguía pero que lo dejaba, que se había asustado tras los sucesos acaecidos a causa de mi actuación y que se volvía a casa, a algo de frutas, no se que era, ya que tras la última humillación dejé de escucharlo y solo le contesté para despedirme.

Han pasado varios meses, ahora estoy completamente recuperado y mi mayor preocupación consiste en saber en que invertir el dinero de las indemnizaciones que me han dado, quizás me compre un cargo político ahora que están de saldo.

Bicos otro día, no se cuando, más

P.D. EEG. Os dejo con Richie    https://youtu.be/H_BkT9Vsb-k  




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