domingo, 15 de marzo de 2015

La Muerte de Constatino Dvorak



Constantino Dvorak no contaba con morir ese día. En realidad, excepto algún enfermo terminal, nadie cuenta con morir el día en que deja este mundo.

Su sentencia de muerte empezó a escribirse dos años atrás, cuando Consuelo su mujer, animada por sus compañeras de trabajo se leyó el libro de moda, una novela que mezclaba al Marqués de Sade en modo ligth con Corín Tellado, todo ello aderezado con un baño de pulcritud y dinero.

Su mujer se ventiló el libro en un par de días, después,  ella que creía que "enter" era un fluido cósmico, comenzó a usar el ordenador como una loca, primero para comentar el libro hasta con gente de Nueva Zelanda y más tarde para enterarse de todas las novedades referentes a las dos continuaciones que tuvo éste. Una vez leídos y releídos los tres se enteró de que iban a hacer la película y empezó a fantasear con el protagonista de la adaptación cinematográfica y a polemizar en cualquier foro que encontraba sobre el tema. Cuando anunciaron el nombre del protagonista se llevó un pequeño disgusto pero al final lo aceptó como hombre de sus sueños.

Durante este tiempo la vida sexual de la pareja se había vuelto mucho más activa, ésto normalmente está bien, pero nuestro amigo Constantino era un hombre de costumbres tranquilas, aficionado a la filatelia y a la lectura de clásicos latinos, con una vida que podíamos calificar, siendo generosos, de monótona, por lo que el hecho de que ahora  con 50 años se reactivase la líbido de su mujer lo había pillado con el pie cambiado, así que estaba más desconcertado que animado, pero como era un hombre que se dejaba llevar, en este tema también se dejó llevar. Hasta había empezado a leer el primero de los libros no siendo capaz de terminarlo, no pudiendo evitar dar su opinión al respecto cada vez que salía el tema, calificándolo de basura y mencionando de paso que la celulosa empleada para la impresión, habría sido mejor destinada para la fabricación de compresas. Ésto claro, no lo decía cuando estaba presente su mujer.

Llego el estreno de la película, Consuelo fue con dos amigas y cuando volvió tras cenar fuera, lo despertó con urgencias amatorias y ciertas brusquedades a las que nuestro Sr. Dvorak no era aficionado, por lo que esa noche no fue una noche de triunfo. Su mujer, pensando acertadamente que así no iban a ninguna parte, se lo llevó al día siguiente a ver la película.

Al llegar a casa ella le dijo, con encantadora timidez y algo de rubor, que le gustaría hacer alguna de las escenas de la película con él. Nuestro ya querido Constantino, abrumado por la situación, le pidió un par de días para poder hacerlo como en la película, ya que si bien en ésta se intuían actos, que por cierto le parecían sumamente desagradables (aunque bien se guardó de comentar a su querida Consuelo lo que le parecían), no se apreciaba bien ni la forma ni la intensidad de como había que hacerlo y teniendo en cuenta que hasta para usar un exprimidor eléctrico tenía que leer el manual, necesitaba recabar toda la información posible sobre el tema. A pesar de todo esa noche jugaron a llamarse por los nombres de los protagonistas, y encendidos por alguna de las escenas subidas de tono de la película se amaron como nunca se habían amado en 27 años de matrimonio.

Animado por la gratificante experiencia se puso a ver vídeos de sexo extremo, lo que vio le asqueó, pero había que reconocer que también le excitó. Era brutal, sucio, violento, pero a la vez, muy, muy morboso.

Tras varias horas viendo sexo plagado de mordazas, látigos, fustas, golpes y humillaciones, se decidió, aprendió como hacer nudos para las ataduras y la forma de golpear sin dejar marcas, y por fin llegó el gran día.

Como dos colegiales que se besan por primera vez, empezaron muy cortados y algo torpes, pero poco a poco, comenzaron a animarse, amordazó a Consuelo y la abofeteó despacio, la quería demasiado para hacerle daño, pero ella pedía más, así que le vendó los ojos y luego la ató de pies y manos a la cama, la miró, le pareció un aspa de carne inflamable que hacía renacer toda la pasión perdida en algún lugar de su juventud, estaba excitado como nunca antes en su vida, la insultó, ella se cimbreó lo poco que podía ofreciéndole su sexo, el comenzó a apretarle un pecho, elevando la presión poco a poco hasta hacerle daño de verdad y entonces lo noto, se le iba la vida, pensó con rapidez y su último acto fue un acto de amor, en un esfuerzo sobrehumano, con su aliento final soltó una mano de su mujer y cayó fulminado en el suelo con un grito.

Consuelo se soltó lo más rápido que pudo y saltó de la cama abrazando a su marido, sumida en un llanto desesperado, golpeada por la culpa y el dolor.

A Constantino se le hizo una autopsia, descubriéndose que padecía una enfermedad cardíaca congénita y que podía haber muerto en cualquier momento. Ésto, a pesar de que sabía que en cierto modo había adelantado la muerte de su marido, a  Consuelo le sirvió de consuelo (valga la redundancia), lo que alivió bastante su pena ya que por lo menos le había dado algo de aderezo a la vida de su marido en sus últimos días, permitiéndole seguir adelante con una vida que fue calificada de "ligera" por las cotillas de su pueblo,..

Ya sabéis, disfrutar de todo pero con sentidiño.

Para mi querida Belén a la que echo de menos.

Bicos otro día más.