viernes, 28 de febrero de 2014

DICKENS

Me acerqué al teclado con miedo, hacia mucho que no lo tocaba, estaba completamente cubierto de polvo y una enorme telaraña unía a éste con la pantalla del ordenador. Tenía un gran problema, mi fobia a las arañas, cogí la escoba y con el palo la arranqué, de repente la araña salió de su escondite, solté la escoba y me aparté, era una araña enorme, peluda y repugnante, me miró, juro que me miró y me dejo petrificado. No volví a acercarme al ordenador hasta hoy. Hoy fui acompañado de Dickens, la tela era aún más grande, repetí la operación entre temblores, cuando había soltado toda la tela, la maldita araña volvió a salir y a mirarme como si fuese a devorarme, avanzó hacia mí, yo ya me veía desmayado y con el arácnido recorriendo todo mi cuerpo mordiéndolo a su gusto, cuando en un instante Dickens, con gran elegancia saltó sobre la silla y de ésta a la mesa y sin darse ninguna importancia, como hace todas las cosas maravillosas que hace, se la comió.

Nunca le estaré lo bastante agradecido a mi amigo, a mi compañero. Solo lleva dos meses en casa y parece que lleva toda la vida.

Dickens nunca va a leer ésto, ni lo va a entender aunque se lo explique, pero lo tengo que poner. Gracias por venir y por quedarte. (Dickens es ese ser precioso y noble que está en la foto).

Bien, ahora que puedo volver a escribir espero estar a la altura de tan maravillosa audiencia y no dejarme llevar por lo políticamente correcto y todas estas tontunas que inundan nuestras vidas.

Un día de estos, pronto, habrá algo aquí.

Bicos, espero que os guste.